Finalizando ya la segunda década del siglo XXI, las posibilidades de la Educación Mediática no solo no se han visto reducidas, superando debates que, posiblemente, no llevan hoy día a ninguna parte, sino que han determinado el crecimiento de este campo interdisciplinar, enriqueciendo sus opciones presentes y, sobre todo, su futuro. Innovar, adquirir competencias, aprender y enseñar, educar en todo lo relacionado con lo mediático y lo digital, es un reto urgente, una tarea imprescindible para construir un modelo educativo que mire a la realidad social.
En esa línea, son muchos y muchas los y las docentes que siguen apostando por la reflexión y por la profundización teórica, pero también por el valor de contraste que otorga la aplicación práctica en las múltiples realidades educomunicativas. Desde la visión crítica ante los contenidos de una nueva televisión, que hoy convive con segundas y terceras pantallas, hasta el esfuerzo por mejorar las capacidades para la enseñanza y el aprendizaje, es apasionante comprobar cómo los tiempos exigen un desvelo para aprehender e incorporar lo nuevo, pero también para no desdeñar la esencia de la educación en medios que nos ha traído hasta aquí.
Los trabajos que ofrece este libro son, sin duda, una magnífica síntesis del contexto actual. Síntesis por su capacidad para ofrecernos, en una visión general, cómo se está realizando un esfuerzo especial por la mejora de la calidad de la docencia en el entorno universitario, tanto desde el punto de vista expresivo, incluso técnico (no hay que tener miedo a ese concepto), hasta la responsabilidad social que conlleva el aprendizaje de la cultura digital y mediática en temáticas especialmente sensibles, como es la discriminación a la mujer, situación que sigue estando presente, de forma indiscutible, después de décadas de avances y retrocesos.